Debajo del Mar

Era una adolescente cuando logré tener una máscara y unas aletas.

La visión dejó de ser borrosa. Mi primera impresión fue la de estar en el acuario, con el mundo marino frente a mí; pero esta vez era diferente, no me separaba un cristal de los peces ni del arrecife, dependía de mi, de capaz que fuera de contener la respiración.

Mi entusiasmo no tenía límites. Algo flotaba en el agua y se movía de manera grácil, parecía una coreografía de ballet. Yo entre aquellas criaturas que se dejaban empujar suavemente. Una y otra vez ascendía a tomar aire y volvía a bajar.

En la noche mi cuerpo comenzó a llenarse de rash y el escosor apenas me dejó dormir. Al visitar al médico, la primera pregunta fue si había estado en la playa, le respondí que había estado practicando apnea. El doctor no tardó en darme su diagnóstico. Tenía una reacción alérgica a esas bellas criaturas entre las cuales estuve nadando, un agua mala conocida como dedalillo.

A través de los años he tropezado con muchos tipos de agua mala, sólo que nunca más he sido parte de la coreografía. Sin discusión la máscara y las aletas me hacen parte del universo marino y para poder sobre vivir en él he ido aprendiendo sus reglas; cómo moverme, deslizarme suavemente, economizar cada movimiento para que la reserva de aire en mis pulmones rinda más y para que mis músculos demanden oxígeno con menos urgencia. No toco ninguna especie incluyendo los colares. Bajo el agua también hay fuego! El conocido coral de fuego, de color amarillo intenso, forma un bello ramillete y tiene apariencia inofensiva, pero… cuidado que te quemas!

Conocer las corrientes marinas del lugar donde estemos disfrutando de la inmersión, no podemos distraernos y dejarnos O MARINO arrastrar, incluso estando bajo el mar la corriente puede ser fuerte. En cada inmersión nos estamos probando a nosotros mismos, nuestra capacidad personal de sobre pasar nuestro límite, pero es mejor evitar querer pasar el límite del compañero, en el caso de que tenga mayor resistencia y entrenamiento, con mucha facilidad podemos caer en black out, dicho en otras palabras, quedarnos en apagón total! Y si no tenemos quien nos socorra en tiempo, el apagón es para siempre; por eso cuando se practica apnea nunca se debe estar solo y cuando uno está bajo el agua el compañero debe mantenerse en superficie.

Yo salía a pescar con dos amigos. Me acerqué a ellos y les pedí que me dejaran pescar con ellos. Se miraron con recelo peor me dijeron: nos vemos a las 6:30 am. Una vez más mi entusiasmo casi no me dejó dormir, al día siguiente puntual llegué al punto acordado. Una vez en el arrecife preparamos el equipamiento y salimos nadando hasta coger profundidad necesaria. Nadamos más de 30 minutos mar adentro. Uno de los pescadores dejó caer el rifle, yo veía cómo se perdía en el azul. Me dijo, “tráeme el rifle; y allá abajo quítate la máscara y póntela de nuevo”; yo me dije, iré hasta donde yo pueda, aunque nunca le expresé el nerviosismo que tenía. El pescador quería estar seguro que en caso de que él necesitara ayuda yo pudiera dársela, por eso es importante no ir mucho más profunda de lo que su compañero de aventura pueda ser capaz de alcanzar.

Mi colega, que a partir de ese momento me consideraron parte del gremio, de inmediato me enseñó otra lección: al bajar debía mantener la cabeza recta con el cuerpo, no sacarla hacia delante, según me dijo, yo parecía una tortuga. Cada acercamiento al mar es una aventura, es un día lleno de vida, conocer sus reglas y su mundo es vital para ser parte de él.

FacebookYoutube